Para Fundación Atenea, el fin transformador de la organización no puede dejar al margen la matriz cultural de la prostitución. La prostitución nos afecta a todas las mujeres y a la sociedad en su conjunto, si la reducimos a sus casos más graves –a la trata– la invisibilizamos.
Hablar de prostitución es hacerlo de desigualdad estructural, de las relaciones de género que la sustentan, la ideología que la crea y la mantiene.
La prostitución no es sólo una relación individual entre usuario y prostituta, es una relación social entre el género masculino y el femenino. Es por tanto imprescindible establecer estrategias para educar en igualdad, crear un currículo sobre sexualidad y no enfocar el problema sobre las prostitutas ni sobre regulación sí o no, sino sobre las relaciones entre género y prostitución, así como socializar a las nuevas generaciones para que desarrollen otras actitudes hacia la sexualidad y se construya de modo diferente el deseo sexual masculino, sin que el sexo sea concebido como una necesidad natural, que surge en ellos como fuerza irreprimible y erotiza la devaluación de lo femenino.