El paro en España se ha reducido en 2.300 personas pero se sigue destruyendo empleo: 184.600 puestos de trabajo en el primer trimestre de 2014, según la Encuesta de Población Activa, en un marco de 6 millones de parados. Datos que, además de ser inequívocamente malos, se acompañan de un aumento de la precariedad laboral –salarios exiguos, economía sumergía, condiciones laborales rayanas en la ilegalidad- que lleva a la pobreza y la exclusión social a muchas de las personas que tienen algo parecido a un trabajo.
Si hasta hace un lustro, tener un empleo integraba social y laboralmente, el progresivo y alarmante deterioro del mercado de trabajo, la precarización de las condiciones laborales, junto a los elevados índices de desempleo, han abocado a la exclusión social no sólo a los millones de personas en paro sino también a cientos de personas que, si bien han conseguido tener un empleo, lo hacen con salarios tan exiguos o contrataciones tan inestables que los convierten en población en exclusión social.
Según los datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística, los/as trabajadores/as a tiempo parcial aumentan un 2% en tasa interanual, hasta los 2.746.000 millones; los/as ocupados/as a tiempo completo han bajado hasta los 14,2 millones; los hogares con todos los miembros que podrían ser población activa en paro ascienden a los 736.900 y la tasa de paro juvenil vuelve a subir y rebasa el 55%.
A este desmoronamiento del mercado de trabajo se une que, también, estructuralmente, ha cambiado, ya que los sectores tradicionalmente ligados a la generación de empleo han dejado de serlo y existe una nueva cultura del empleo: empleo de mala calidad, devaluación salarial, empleo a tiempo parcial y conversión forzada de asalariados en autónomos.
En cuanto al desempleo, con el paro de larga duración se produce el llamado “efecto perverso” por el que a mayor tiempo de permanencia en el paro, mayor dificultad para encontrar un nuevo puesto de trabajo; este factor se está acentuando más con las medidas recogidas en la Reforma Laboral, que entró en vigencia en el mes de febrero de 2012 (Real Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral), por las que se bonifica a las empresas que contratan a personas que aún dispongan de prestación por desempleo, lo que genera una clara desventaja competitiva para aquellas personas que ya no disponen de dicha prestación.
En suma, para Fundación Atenea, experta en orientación e integración laboral de personas con dificultades para el acceso al empleo, la precarización de las condiciones laborales de las personas empleadas y los elevados índices de paro están abocando a la exclusión social a millones de personas y hogares cuya recuperación será mucho más lenta que la económica.