Es experta en salud, género y drogas y será la ponente principal de la II Jornadas sobre Género y Drogas que organizará el próximo 30 de marzo la Fundación Atenea en Madrid, un evento que se irá repitiendo este año en los territorios que la organización trabaja. Acaba de recibir el Premio Meridiana de la Junta de Andalucía por su trabajo por la inclusión social y la cooperación como investigadora.
¿Cuáles son las claves para generar nuevas políticas de drogas? ¿Centrarás en esos puntos tu intervención en las II Jornadas de Género y Drogas.
Las claves podrían partir de una ruptura sobre la construcción del “mundo de las drogodependencias”, sobre todo visibilizando las problemáticas asociadas a los consumos de drogas legales y a los procesos de medicalización. Hacerlo así es ya una forma de incluir a las mujeres.
La última encuesta de 2016 dirigida a población general del Plan Nacional de Drogas observa una tendencia creciente desde 2005 en el consumo de hipnosedantes. También constata que las principales consumidoras son mujeres. Cuando miramos a la población adolescente de nuestro país, los datos oficiales reafirman que el consumo de drogas legales, como tabaco, alcohol o hipnosedantes está más extendido entre ellas. En el caso del consumo de hipnosedantes, las chicas duplican a los chicos cuando se mide la prevalencia del consumo.
Se consumen sustancias distintas y eso requiere un cambio en el enfoque desde el que miramos, en su abordaje. Pero también varían las consecuencias y vulnerabilidades cuando se acercan al consumo de las sustancias ilegales. Así mismo, las necesidades de tratamiento, por vivir las mujeres en un mundo lleno de desigualdades que afectan a su salud, son diferentes.
Incluir la violencia de género en el estudio de las drogodependencias es fundamental para visibilizar este problema de derechos humanos que nos afecta como sociedad y que tiene un vínculo complejo con el consumo problemático de drogas.
¿Por qué ha faltado una fotografía de las mujeres y su consumo problemático de las drogas?
Vivimos en una sociedad androcéntrica donde el patriarcado ha buscado señalar y visibilizar los problemas de los varones, sus necesidades y deseos. Las mujeres fuimos olvidadas en la ciencia, la política, la sociedad. También en el mundo de las drogodependencias.
¿Qué se aprende cuando se aplica una perspectiva de género al problema de las drogodependencias?
Se aprende a mantener una perspectiva crítica con el conocimiento y a generar perspectivas inclusivas e interseccionales.
Incorporar esa perspectiva supone cambiar las políticas y generar un sistema sensible a las necesidades de salud pública de la población y, sobre, inclusivo de las necesidades y deseos de las mujeres. Visibilizar a las mujeres generará mejores políticas y un sistema de tratamiento sensitivo a las desigualdades de género.
¿Qué condicionantes inciden en el consumo de drogas, por parte de las mujeres?
Desde una perspectiva interseccional las mujeres se ven condicionadas por su clase social, orientación sexual, etnicidad, religiosidad y cualquier otra variable social que las haga distintas.
Así, el estigma social o el rechazo a la ilegalidad se ve condicionado por la situación de la mujer que consume: las más perjudicadas suelen ser las mujeres de clases sociales excluidas con menos capacidad para enfrentar las consecuencias de sus consumos abusivos de drogas.
¿Qué medidas habría que tomar para prevenir los consumos problemáticos de drogas en las mujeres, aplicando una perspectiva de género? ¿Y en los hombres?
Cada vez existe mayor evidencia científica de los programas que funcionan y cuáles son los más efectivos entre las chicas, por ejemplo. Esa evidencia debería incorporarse a las intervenciones preventivas y de reducción del daño. Creo es sería importante implementar acciones preventivas sensitivas a las diferencias de género en los consumos como una primera forma de acercarnos a la especificidad femenina.
Lo más necesario y urgente sería trabajar la vulnerabilidad diferencial que tienen las mujeres, sobre todo las adolescentes, que viene determinada por la desigualdad social y de género del mundo en el que vivimos.
¿Se aprecian diferencias en los patrones de consumo de las mujeres que consumen drogas hoy a las que lo hacían hace 30 años? ¿Y en los patrones de los hombres?
Sí, parece ser que se ha producido un incremento en el consumo de drogas legales por parte de las mujeres en las últimas décadas. Hay investigaciones que vienen señalando una disminución de la brecha de género en el consumo de drogas ilegales, es decir, las diferencias en el consumo con los varones son menores, sobre todo en algunas sustancias, como el cannabis.
Si a mediados de los 80 los primeros programas de drogas hubieran tenido en cuenta los mandatos de género y el análisis de la socialización diferenciada de esos jóvenes adictos/as a la heroína, ¿cuáles cree hubieran sido las medidas puestas en marcha?
Tratamientos sensitivos, menos sufrimiento y exclusión social y una mayor integración de las mujeres que sufrieron esa terrible época de consumo intensivo de heroína que no deberíamos de olvidar.
Cuentas con una amplísima experiencia en España y Argentina, ¿se repiten los patrones y el principal problema, la invisibilización de la realidad de las mujeres?
Sí, los patrones de consumo son muy parecidos, aunque existen consumos de drogas en Argentina, como el de crack-cocaína o PACO que en España no tenemos.
Se estrena en los cines la película Trainspotting 2, la secuela de los ya no tan jóvenes heroinómanos de los suburbios de Edimburgo encabezados por Mark Renton, ¿Cuál sería la secuela en la sociedad española actual?
Un mundo heroinocéntrico, donde gran parte de nuestra percepción sobre “las drogas” sigue marcada por el consumo intensivo de heroína y los problemas asociados a su uso y abuso.