La Revista Española de Drogodependencias publicaba en su último número de 2016 volumen 41 nº2 un extenso artículo del presidente de la Fundación Atenea, Domingo Comas, titulado Una aproximación histórica a las prácticas preventivas en el campo de las drogodependencias.
El documento presenta tres ideas claves:
- El poco avance en cuanto a políticas de prevención en España tras 40 años. ¿El motivo? La nefasta tendencia a mucha retórica política sobre el tema y los pocos recursos destinados a buscar soluciones. “El estilo político que define este modelo de actuación se resume en la expresión “poder figurar y tener argumentos a partir de las escasas actuaciones reales que se emprenden”, recoge el texto.
- No obstante, sí existen políticas de prevención y sí ha habido experiencias locales que han conseguido resultados positivos. Los puntos críticos a estas buenas experiencias, señala Domingo Comas, su poca publicitación y utilización política. “Pero a la vez, la existencia de estas experiencias y buenas prácticas reales sirve como justificación institucional para afirmar que “la prevención existe”, cuando se denuncia la precariedad en la que se desenvuelve. Expresado en otros términos: la demagogia y el simulacro del maximalismo político ignora las prácticas reales, pero también las utiliza como argumento cuando tiene necesidad de responder a las críticas de que “no se hace nada en prevención”.
- Es necesario una transformación de las políticas preventivas para que la teoría se convierta en realidad. Para ello, es fundamental, designar más medios y recursos; priorizar las buenas prácticas que han funcionado y reforzar el papel y la capacidad de decidir de los profesionales involucrados.
Pero además, en sus más de 20 páginas, Domingo Comas repasa con detalle los errores cometidos para no hacer una política más efectiva. La falta de compromiso institucional con la prevención, la incoherencia y retrasos en los que se encontraban las comunidades al no tener competencias para abordar el tema la educación de una forma plena fueron parte del problema durante la primera década analizada, señala el autor. Pero hay más motivos para que no se haya avanzado. Entre ellos, las nunca aplicadas “prioridades” del Plan Nacional sobre Drogas (1985/1995) o las desoídas conclusiones del llamado Libro Blanco de la Prevención (1996). Fue también erróneo, según el experto, aplicar el modelo basado en la “evidencia” (2002), que en vez de reconocer las carencias relacionadas con la falta de recursos, leyes y compromisos políticos, achacaba la responsabilidad a los déficits técnicos de los profesionales.
Tampoco entraron en el fondo de la problemática los Planes Estratégicos de Drogas y Prevención de los años 2000/2016, que aunque contemplaban la prevención como prioritaria, no se dotaban de presupuestos para ejecutarlas.