¿Dónde está la clave en la prevención de los jóvenes? ¿Cuáles son las estrategias adecuadas para atender a los/as menores de familias en riesgo? ¿Qué ocurre a largo plazo? Los jóvenes protagonistas del atentado terrorista que sacudió Barcelona durante el verano pusieron en tela de juicio los programas municipales de atención pública. ¿Estamos preparados/as desde las entidades para enfrentarnos a este debate?¿Somos capaces de realizar un análisis acertado y serio de los supuestos con los que contamos a la hora de ejecutar proyectos de prevención? O de lo contrario ¿lo de Barcelona no deja de ser más que una excepción?
Efectivamente no es fácil disponer de instrumentos adecuados para valorar el impacto longitudinal de los programas y, aun así, seguimos creyendo en estos supuestos. Y estamos convencidos que apoyar a las familias y menores en riesgo es, no solo un derecho de las familias, sino un deber de la comunidad en su conjunto. Y ello, sin perjuicio de que en el futuro los esfuerzos depositados no generen los frutos deseados. Al fin y al cabo, los programas de prevención solo son una mínima parte del conjunto de variables sociales que afectan el desarrollo de los y las jóvenes. La pobreza, el patriarcado, el consumismo, la desigualdad de oportunidades, etc… son variables contextuales imposibles de controlar por los/as educadores/as. De lo contrario, seríamos dioses/as, lo cual tampoco es nada deseable. Fin del debate.
Sin embargo, sí podemos afirmar que algunos proyectos disponen de prácticas que nos pueden otorgar claves interesantes en ese sentido. Montando el local es el nuevo proyecto que la Fundación Atenea está gestionando desde septiembre de 2017. El proyecto, financiado por la Mancomunidad de Servicios Sociales Mejorada-Velilla, es un programa consolidado de atención a menores y familias en riesgo en el seno de una mancomunidad de servicios sociales. Lo que hace original este proyecto son varias características:
- Es un proyecto consolidado en la mancomunidad desde el 2010
- El grupo es la herramienta básica de integración. Mediante las estrategias grupales se trabajan las problemáticas individuales de origen social.
- La participación de los/as menores es fundamental. Ellos/as mismos/as definen los objetivos de trabajo individual y grupal.
- El uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales son elementos constantes de expresión creativa, participación social y muestra de los trabajos realizados.
El proyecto Montando el local ha sido galardonado por varios premios a lo largo de su historia, entre ellos el Premio al Mejor Grupo de Periodistas Jóvenes en el concurso “la tele que quiero”, organizado por ATR, la Asociación de Usuarios de Medios de Madrid; y durante varias ediciones el concurso “Y tú, ¿qué?”, organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Su repercusión es tal que incluso uno de los/as jóvenes participantes es uno de los protagonistas del libro “¿por qué educamos?” de David Martín.
Sin embargo, lo que le da una personalidad diferenciadora a este programa es lo que se denomina el grupo premium. El proyecto divide su intervención en grupos de edades de los 11 a los 17 años. La mayoría de los/as menores inicia su paso por el programa a los 11 años, pero a diferencia de otros muchos programas, una vez llega a los 18, no deja el programa sino que pasa a integrar el grupo premium. Este sigue utilizando los recursos del programa, se sigue reuniendo semanalmente y, lo más importante, son encargados de dinamizar actividades, publicar contenido en las redes, organizar eventos, y seguir participando activamente en los objetivos del programa.
¿Podemos ligar esto a lo anterior? ¿Es necesario seguir interviniendo socialmente con jóvenes una vez han rebasado la edad legal? ¿Ello puede prevenir posibles dificultades de integración? Extraer conclusiones de tamaña complejidad en la intervención social no es tarea de este artículo. Pero a la vista está la carencia de recursos sociales y públicos que atiendan las necesidades de los y las jóvenes a partir de esta edad. “Estos jóvenes entran en el proyecto con 11 años y a los 18 consideran Montando el Local como un programa propio del que son protagonistas indiscutibles” asegura Mariano Barba, coordinador del proyecto. A su vez el programa es una referencia en los dos municipios donde se inserta y se cuenta con ellos para la mayoría de eventos y actividades comunitarias. “No deja de ser un espacio de participación social juvenil, fenómeno que se considera de vital importancia para una socialización adecuada” Añade Barba. Pero la diferencia fundamental que caracteriza Montando el Local estriba en la naturaleza social del programa y el proceso de selección de los participantes. Estos provienen de los departamentos de orientación de los institutos y los recursos de servicios sociales en función de sus dificultades sociales y familiares. Está destinado a las familias y jóvenes en riesgo de la mancomunidad.
En resumen, se selecciona a aquellos/as niños/as en riesgo social, ellos/as deciden qué objetivos individuales necesitan trabajar, se trabaja con ellos/as grupal, familiar y comunitariamente de forma semanal, se les acompaña durante su adolescencia y juventud en la superación de sus dificultades, y una vez se hacen mayores se les dota del espacio y los medios para que sigan participando en la comunidad sin límite de edad. Todo ello con los dos educadores sociales como referentes básicos de todo el proceso. Planteemos entonces una hipótesis de las que nos sentimos totalmente convencidas (aunque solo sea por una mera cuestión de fe): la intervención social, junto a la participación crítica en la comunidad y el acompañamiento más allá de la mayoría de edad, son características fundamentales para el éxito en la socialización de menores en riesgo. Así lo demuestra, con creces, el proyecto Montando el Local.