Economía, Presupuestos, Sanidad y Servicios Sociales, Drogas… han sido algunas de las portavocías que ha ocupado en el Senado con el PSOE. Octavio Granados, que también fue Secretario de Estado de la Seguridad Social en el Ministerio de Trabajo e Inmigración, es miembro del patronato de la Fundación Atenea desde hace décadas.
¿Hay quien sostiene que el Estado de bienestar es insostenible? ¿Qué opina al respecto?
El Estado del Bienestar es sostenible si se aborda globalmente. La competencia desleal entre países y el intento de reducir la tributación para mejorar la competitividad sí son insostenibles. Desde el punto de vista social, la alternativa al Estado de bienestar es la barbarie.
¿Cómo hacerlo sostenible, porque la ecuación no es fácil con una población cada vez más envejecida, un paro estructural importante, una crisis interna y externa…?
Concretamente en España, históricamente el porcentaje de población activa solía ser muy inferior al actual, y el paro estructural mayor. Nuestro problema es, simplemente, que deseamos los mejores servicios pagando los menores impuestos.
¿Quiénes considera -que con las crisis- viven una situación de mayor vulnerabilidad en España? ¿Soluciones?
Los más vulnerables son las familias con hijos de menor edad, o con disminución de ingresos por rupturas traumáticas, que además concentran una baja cualificación y carencias en las redes de apoyo (otros familiares esencialmente).
La solución es aumentar las prestaciones familiares desligadas del empleo: seguimos obsesionados en pagar subsidios de desempleo muy bajos incompatibles con prestaciones familiares decentes, en vez de pagar estas últimas compatibilizándolas con el empleo en supuestos concretos.
Trabajo e inmigración. ¿Cómo plantear de una forma correcta y solidaria este binomio?
Es muy difícil ajustar los ciclos migratorios a las necesidades del mercado de trabajo, y todavía más si un sector de los trabajadores menos cualificados se convencen de que los inmigrantes son sus enemigos. Trump, el Brexit y Le Pen son tres ejemplos de que los menos inteligentes han sido siempre la base del nacionalismo reaccionario. Pero no tengo una varita contra esto, distinta de ser capaz de ofrecer a estas personas algo atractivo también a ellos desde el punto de vista social.
¿Y las mujeres, cómo plantear la economía de los cuidados?
La economía de los cuidados sigue exigiendo dignificación, y en este sentido un discurso abstracto sobre la asunción de responsabilidades de los varones no puede desdeñar el que las cuidadoras de los niñ@s y de los enferm@s siguen siendo esencialmente mujeres, y especialmente mujeres con pocos recursos.
«¿Cómo sería nuestro país sin el ejército de ladrones que ha robado las instituciones?” demandaba en estos días en las redes Isaías Lafuente. Al hilo de esa información, pregunto, ¿qué hacer para combatir la corrupción?
En un país con un PIB de más de un billón de euros al año el daño de la corrupción es básicamente reputacional, porque sus efectos concretos son más simbólicos que materiales. Dicho esto, la experiencia de los departamento del FBI norteamericano sobre corrupción política es muy atractiva, en lo más concreto, y en lo más general, necesitamos superar nuestra asunción de la picaresca como seña de identidad para que cada segmento de electores castigue a sus corruptos, no seleccione a sus ignorantes, etcétera, etcétera. En fin, que desaparezcan las clientelas.
Si fuera ministro de Economía, ¿cuál sería su primera reforma?
¿Sólo una? Que el superávit del Servicio Público de Empleo Estatal se convierta por ley en un recurso de las pensiones de la Seguridad Social. O que se establezca una prestación general modesta para las familias con bajos ingresos e hijos pequeños, financiada con un pequeño recargo fiscal.
De Secretario de Estado a profesor de instituto, ¿cómo se vive ese viaje?
El problema es tener claro que es un viaje que hay que hacer como decía Machado “ligero de equipaje”. Es decir, que uno es un profesor de instituto convertido en Secretario de Estado, y que lo natural es la vuelta.
¿Qué aporta ser patrono de la Fundación?
Mi padre me enseñó dos cosas: el gusto por el conocimiento y una cierta honradez personal algo presbiteriana. La Fundación me permite un espacio personal en el que aprender sin enfadarse, algo que a estas alturas de la vida valoro especialmente.