El presidente de la Plataforma de Organizaciones de Drogas y Adicciones (PODA), Luis Manuel Florez, y una nutrida representación de la misma se reunieron recientemente con la Comisión Mixta Congreso-Senado para el Estudio del Problema de las Drogas, comisión presidida por Gaspar Llamazares.
PODA, que está formada por 17 entidades/redes de amplia implantación en toda España, atiende a más de 260.000 personas en programas terapéuticos al año y a unos 4 millones, en su mayoría adolescentes y niños en prevención, puso de manifiesto algunas cuestiones preocupantes como la percepción que tiene nuestra sociedad del problema de las adicciones, los cambios de los modelos de atención terapéutica y los riesgos actuales que afronta la red especializada.
Para PODA:
1.- Debemos tener muy presente la diferencia entre la percepción y la repercusión real del “problema de las drogas” y en ningún caso, olvidar que aunque disminuya notablemente la inquietud que los problemas de drogas despiertan en los españoles, la realidad es otra, toda vez que no se corresponden con los datos que nos aportan las encuestas.
2.- Sería un error considerar las adicciones como una enfermedad más, incluirla en la red pública sanitaria y a los profesionales sanitarios como los únicos que deben intervenir con las personas con problemas de drogas, todo ello, en aras de la normalización de este fenómeno. De progresar el modelo biomédico que algunos proponen, supondría:
-La ruptura no sólo del actual modelo de abordaje, sino la ruptura del actual consenso entre los diferentes actores que intervienen en este ámbito: Administraciones Públicas, Sociedad Civil a través de las ONGs, o las Universidades.
-Conlleva también el riesgo de que disminuya la percepción de los problemas que en la actualidad estos consumos generan, lo que supone una merma en la capacidad de respuesta (prevención) ante ellos al pasar inadvertidos.
-Por otro lado, este posible enfoque sanitario, está incapacitado por su propio sistema de funcionamiento, de ofrecer respuestas y alternativas adecuadas cuando se trata de la dimensión preventiva del fenómeno, basada en el desarrollo de estrategias educativas y desde un enfoque comunitario, que implican el desarrollo integral del individuo.
-Considerar la drogodependencia como una enfermedad crónica, implica asumir y aceptar: primero, obviar la evidencia científica que indica todo lo contrario. Segundo, que las personas afectadas por este problema, van a ser para el conjunto de la ciudadanía, una carga social y económica de por vida, negando con ello la posibilidad de su rehabilitación y consecuentemente, de su reinserción social y laboral, a la que no solo tienen derecho, sino que además es posible, como venimos demostrando las organizaciones que trabajamos en este campo desde hace muchos años.
-De la misma forma, limitaría los resultados que la aportación de un enfoque más global y holístico podría suponer para afectados y familiares, a los que no se les podria excluir del proceso terapéutico.
-También estaría cuestionado el propio concepto de persona que necesita respuestas integrales e integradoras, que la configuran como tal, que le ayuden, como ser libre y responsable que es, a tomar sus propias decisiones.
-Es importante considerar que la red pública de drogas está conformada por una realidad plural en la que participan los organismos de la Administración, como las entidades de iniciativa social, como contempla la filosofía que rodea al Plan Nacional Sobre Drogas (“El Plan somos Todos”). Precisamente porque la sociedad española está viviendo una profunda crisis que, desde lo económico, incidirá inevitablemente en los estilos de vida y en el estado de bienestar, incluso en la jerarquización de valores sociales, influyendo potencialmente un nuevo cambio en las relaciones con las drogas.
De ahí que sea precisa una postura común y avisada para no tratar de dar a problemas nuevos las respuestas de siempre.
3.- PODA quiere alertar sobre los graves riesgos que la crisis, y por ende, los previsibles recortes presupuestarios, pueden provocar para el sector ya que, de hecho, son las entidades presentes en la PODA quienes –con el apoyo de las diferentes administraciones- gestionan en una gran parte la actual red asistencial: programas en prisión, programas de mantenimiento con metadona, comunidades terapéuticas, pisos de acogida o de reinserción, tratamientos ambulatorios para problemas emergentes o programas para menores, entre otros muchos.
Más información en la web www.plataformapoda.org