La combinación de factores de exclusión en una misma persona o grupo de personas, da lugar a una compleja e intensa situación de vulnerabilidad social que impide el acceso a las oportunidades y recursos de los que dispone una sociedad. Lo que define la situación de inclusión de una persona o grupo de personas es la combinación de todos ellos (cada uno con su nivel o sus factores), dando lugar a un complejo proceso.
Diseñar y desarrollar actuaciones de prevención y atención que mejoren la calidad de vida de las personas más vulnerables, comprendería estrategias más integrales, donde se actúe sobre todos y cada uno de los ámbitos de exclusión. Además, y como puede verse en la matriz, es imprescindible tener en cuenta e incidir sobre tres ejes de desigualdad incorporando, así, la perspectiva de etnicidad, edad y género.
Estos tres ejes transversales ponen de manifiesto la existencia de un sistema de organización social basado en la diferencia, que establece una jerarquía entre las personas, en función de diferentes aspectos.
El género por ejemplo, es decir la diferenciación social entre hombres y mujeres, no solo establece una clasificación entre ambos sino que marca, además, una jerarquía que sitúa a las mujeres y lo femenino sistemáticamente por debajo (en la escala de valoración social) de los hombres y lo masculino. Este sistema de organización social, difumina y naturaliza las relaciones de poder de los unos sobre las otras facilitando que, estas relaciones, estén arraigadas en lo más profundo de nuestras sociedades y de las propias personas que las componemos. De esta forma, se toma como referencia lo masculino y, todas las personas que formamos parte de la sociedad (tengamos o no conciencia de género), funcionamos socialmente con una mirada androcéntrica y patriarcal que convierte a las mujeres en personas con un punto de partida de desventaja social.
Esto mismo ocurre con otros aspectos, como la etnicidad, el lugar de procedencia o la edad. Podríamos hablar igualmente de sociedades adultocéntricas y etnocéntricas, que colocan a las personas que no cumplen ciertos aspectos (ser blancas, ser adultas, ser occidentales,…) en una situación de desventaja social con respecto al resto a la hora de desarrollar sus procesos de inclusión social.
Desde este modelo, en Fundación Atenea asumimos el reto de tener cuenta todos y cada uno de los ámbitos de exclusión, así como de incorporar los tres ejes en todas nuestras actuaciones de investigación, formación e intervención.